América Latina entra en una nueva fase de desaceleración económica y México resiste gracias al agro

América Latina y el Caribe enfrentan en 2025 una nueva etapa de desaceleración económica, consolidando un preocupante patrón de bajo crecimiento en la región. Tras un repunte del PIB durante los primeros trimestres de 2024, la actividad económica perdió dinamismo hacia el cierre del año, y las proyecciones apuntan a una leve moderación en el crecimiento regional, del 2,3% en 2024 al 2,2% en 2025.
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Esta ralentización confirma una década de escaso avance económico en la región. Entre 2016 y 2025, el crecimiento promedio anual del PIB fue de apenas 1,2%, una cifra inferior incluso a la registrada en la denominada “década perdida” de los años ochenta.

La desaceleración es generalizada: en el primer trimestre de 2025, solo cinco de los 17 países analizados mostraron una aceleración del crecimiento superior al 1%, y apenas uno superó el 2%. Las causas de esta pérdida de impulso varían según el país. En Brasil, la inversión y el consumo se han debilitado notablemente; en Colombia y Chile, el estancamiento de la inversión es el principal freno; mientras que en Perú y Costa Rica, el golpe provino del sector agrícola, con un impacto adicional del sector construcción en el caso costarricense.

México, sin embargo, se destaca como una de las pocas economías que han logrado sostener su ritmo de actividad, impulsada principalmente por un repunte del sector agropecuario. Tras un 2024 marcado por una fuerte sequía que afectó en promedio al 28% del territorio nacional, entre julio y diciembre de ese año se observó una mejora progresiva. La superficie afectada por sequía se redujo al 18% en ese período, y la tendencia a la baja continuó durante los primeros meses de 2025, con una disminución interanual de 20 puntos porcentuales en las zonas afectadas por sequía moderada. Esta recuperación hídrica permitió revitalizar la producción agrícola, aportando dinamismo a la economía mexicana en un contexto regional adverso.

En contraste

Argentina rompió todos los pronósticos y registró un crecimiento interanual del 6,1%, siendo el país con mejor desempeño económico en la región.

A nivel estructural, la desaceleración responde a debilidades persistentes en el consumo privado y en la formación bruta de capital fijo. Aunque el consumo sigue siendo el principal motor del crecimiento, su avance se ve limitado por la escasa generación de empleo, la baja confianza de los hogares y las elevadas tasas de interés. La inversión, por su parte, continúa enfrentando condiciones financieras restrictivas y una creciente incertidumbre global, en parte alimentada por las tensiones geopolíticas.

En 2024, las exportaciones netas contribuyeron positivamente al crecimiento regional por primera vez desde 2019, pero esa tendencia podría revertirse en 2025 debido al resurgimiento del proteccionismo comercial. Además, el enfriamiento alcanza casi todos los sectores productivos, con excepción de algunos servicios.

El bajo crecimiento estructural de América Latina se explica por el deterioro en la productividad y el estancamiento del capital. El empleo sigue siendo el único componente que sostiene la actividad económica, aunque con un impacto cada vez más limitado.

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