El presidente ruso, Vladímir Putin, obtuvo este martes una victoria estratégica al sellar con China un memorando jurídicamente vinculante para la construcción del gasoducto Fuerza de Siberia-2, una alternativa al mercado europeo y un proyecto clave para el suministro de gas al gigante asiático.
«Hoy hemos dado un importante paso para el futuro fortalecimiento y desarrollo de nuestra asociación estratégica con el fin de incrementar los suministros fiables a China de energía limpia, gas natural, para satisfacer las necesidades de la economía china que crece vertiginosamente», dijo Alexéi Miller, presidente de la corporación gasística Gazprom.
El acuerdo fue suscrito en Pekín entre Gazprom y la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC), en presencia de Putin y del presidente chino, Xi Jinping. También participó el líder de Mongolia, Ukhnaa Khurelshukh, ya que el trazado de más de 6,700 kilómetros atravesará su país.
El presidente de Gazprom, Alexéi Miller, destacó que se trata del “proyecto más grande y con mayor inversión en el sector gasístico mundial”, cuyo tendido tomará entre 4 y 5 años. Miller subrayó que el gasoducto permitirá transportar 50,000 millones de metros cúbicos anuales de gas ruso hacia China.
Actualmente, el Fuerza de Siberia, inaugurado en 2019, bombea 38,000 millones de metros cúbicos anuales, cifra que subirá a 42,000 millones con un nuevo acuerdo firmado este martes. Además, los envíos por la ruta del Lejano Oriente pasarán de 10,000 a 12,000 millones.
En conjunto, Rusia suministrará a China 106,000 millones de metros cúbicos al año, aún por debajo de los más de 170,000 millones que Moscú exportaba a Europa en 2020.
El contrato tendrá una vigencia de 30 años y establece que los pagos se realizarán en 50% rublos y 50% yuanes, reforzando el objetivo de ambos países de reducir su dependencia del dólar.
Negociaciones tensas y precios ventajosos para Pekín
Uno de los puntos más delicados fue el precio del gas. Pekín había presionado para pagar cerca de 60 dólares por cada mil metros cúbicos, una tarifa similar al mercado interno ruso y considerada inaceptable por Moscú. La falta de acuerdo llevó incluso a que Rusia evaluara exportar gas a través de Kazajistán, opción que China rechazó.
Finalmente, se alcanzó un compromiso que, según Miller, beneficia a China.
«Los suministros a China se realizan desde los yacimientos de Siberia Oriental, y los de Europa desde Siberia Occidental. Esos yacimientos se encuentran mucho más lejos que los de Siberia Oriental de la frontera entre Rusia y China, o entre Rusia y Mongolia», argumentó Alexéi Miller.
Añadió que «los costes de transporte del suministro de gas al mercado chino son mucho menores. Por eso, es algo objetivo. El mercado chino está más cerca, los gastos logísticos son menores y, consecuentemente, los precios son objetivamente más baratos».
Impacto geopolítico
El pacto supone un revés para Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump, impuso recientemente aranceles de 25% a India por comprar crudo ruso y amenazó con medidas similares contra China. Washington argumenta que estas importaciones ayudan a financiar la guerra en Ucrania.
Para Rusia, el acuerdo confirma la estrategia de diversificación iniciada antes del conflicto en Ucrania, mientras que para China representa una fuente de energía más estable en un contexto de tensiones en Oriente Medio, especialmente por la rivalidad entre Irán e Israel.
El anuncio llega además en un marco político simbólico: Putin y Xi ya habían pactado acelerar la obra en mayo pasado, durante la visita del líder chino a Moscú para la parada militar en la Plaza Roja, un evento similar al desfile de este miércoles en Tiananmen con motivo del 80 aniversario de la victoria en la Segunda Guerra Mundial.
Con este acuerdo, Rusia y China consolidan una alianza energética estratégica de largo plazo, que podría redefinir el mapa global del gas y debilitar aún más la influencia europea y estadounidense en el mercado energético.
Con información de EFE
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