Gloria Elena Polanco
Redacción Guatemala
Se le considera como la pionera de la agroexportación en Guatemala. Es originaria de Flores, Petén, donde nació en 1946. Estudió la escuela primaria en St. Catherine’s Academy, en Belice, y cuando volvió a Guatemala estudió bachillerato en el colegio Teresa Martin de Quezaltenango. En Pasadena City College, California USA, estudió Administración, y posteriormente, un MBA en la Universidad Francisco Marroquín en ciudad de Guatemala.
Fundadora de FRUTESA, ha recibido sendos reconocimientos por parte de la Asociación Guatemalteca de Exportadores (Agexport), de la cual es miembro, así como de la revista Summa. En el año 2000 fue galardonada como Leading Woman Entrepreneur of the World, en Venecia Italia.
En 2008 la Cámara de Comercio de Guatemala le premió por la contribución Económica y Social a Guatemala, y en 2019 Agexport le otorgó el Galardón de Mujer Exportadora del Año.
En medio de todo ello, Gloria Elena considera que los reconocimientos más importantes son los que le han entregado los grupos de pequeños productores con los que ha trabajado “hombro con hombro durante varias décadas”, así como su comprador Bud Holland, del Reino de Holanda, el cual le otorgó un trofeo por 40 años de asociación con su empresa.
En este momento está nominada para el Galardón de Guatemalteca Ilustre en el campo empresarial, que se otorgará en agosto 2024, e invita a votar por ella en
https://guatemaltecosilustres.com/#/perfil/1014
Esta es su historia…
Su empresa, Frutesa, es un importante referente en Guatemala. ¿Cómo inicia su trayectoria?
A finales de 1982 reflexioné sobre cómo podía usar de mejor manera los conocimientos adquiridos en el MBA que estudié en la Universidad Francisco Marroquín y renuncié a mi trabajo en una Agencia de Publicidad multinacional, con el propósito de empezar un negocio propio. Un día a principios de 1983, mientras evaluaba diferentes opciones, en las calles de Guatemala, el país donde nací y donde vivo, vi mangos a la venta y recordé que mientras había vivido en Europa años antes, no había visto mangos hasta que visité Inglaterra.
En Londres sí vendían mangos en la calle y sabiendo que son frutas tropicales, pregunté por qué allí sí había mangos, mientras que en otros países europeos no los había. Me respondieron que, debido a los nexos históricos y culturales que el Reino Unido tenía con la India (país de origen de los mangos), se había introducido el consumo de mangos por los ingleses que habían vivido en India y por los muchos indios que en ese tiempo vivían en Inglaterra. En ese momento se me ocurrió que exportar mangos de Guatemala a Inglaterra podía ser un buen negocio para mí. Y así comencé a averiguar sobre las posibilidades de obtener en Guatemala mangos de buena calidad para exportar y la disponibilidad de medios para transportar la fruta hacia el Reino Unido. Encontré que unos años antes, en una crisis de bajos precios del café, la Asociación Nacional de Café había recomendado la diversificación del cultivo a los productores de café que tenían sus plantaciones a bajas alturas sobre nivel de mar, pues la calidad de café que se obtenía allí era la que se vendía a los precios más bajos. ¡El cultivo que recomendaron como alternativa fue precisamente EL MANGO!
Obtuve en GUATEXPRO, la institución gubernamental que promovía las exportaciones en ese tiempo, un estudio donde aparecían los nombres y datos de contacto de importadores europeos de frutas. Contacté a algunas de las empresas y varios me respondieron que sí les interesaría recibir mangos de Guatemala. Empecé a informarme de todos los detalles necesarios, y en mayo de 1983, fundé FRUTAS TROPICALES DE GUATEMALA, S.A., de nombre comercial FRUTESA.
¿Cuáles fueron los desafíos más grandes que afrontó al inicio?
El más grande desafío fue que no tenía un modelo por seguir, porque nunca nadie en Guatemala había hecho eso antes. Toda la producción se vendía en el mercado local. Pero el mismo desafío fue también una oportunidad, porque los agricultores que habían seguido la recomendación de Anacafé ya tenían en producción las plantaciones y no tenían nada contemplado para comercializarlos. Entonces fui bien recibida por los productores, y los clientes potenciales del Reino Unido tuvieron la paciencia de darme toda la información de las especificaciones de variedades, tamaños, materiales de empaque, tratamiento post cosecha… en fin, todas las características que esperaban que cumplieran las frutas que estaban comprando. Y así hice los primeros embarques de mangos frescos, en junio de 1983. Los primeros embarques fueron exitosos y los compradores querían más.
¿Cómo califica el hecho de ser una mujer empresaria en Guatemala?
Afortunadamente, yo no tenía barreras psicológicas que me hicieran sentirme en desventaja por ser mujer, así que no le di importancia a ese tema. Y como yo era la primera persona que estaba emprendiendo el negocio de la exportación de frutas frescas de Guatemala fuera del área centroamericana, nadie lo había etiquetado como “un negocio de hombres”. Aunque sí es cierto que todas las personas con las que traté al inicio eran hombres, es decir, los clientes potenciales, los proveedores potenciales, los agricultores, los transportistas, etc. Pero encontré que todos estaban con buena disposición a ayudarme, porque era una propuesta de ganar, ganar para todos los involucrados. A veces hasta sentí que eran más deferentes conmigo, precisamente por ser una mujer joven con una propuesta novedosa.
Usted forma parte de la Asociación Guatemalteca de Exportadores (Agexport). ¿Ha visto un incremento en la participación de mujeres en el sector exportador?
¡Agexport es una institución impresionante en cuanto a la participación de mujeres! Empezando por los miembros de las comisiones y los comités, el porcentaje de mujeres es más alto que en ninguna institución del sector privado en Guatemala. Incluso, hay una instancia que se llama Comité de Mujeres Exportadoras en la que nos reunimos las mujeres de todos los sectores y comités e intercambiamos experiencias e impresiones y nos hacemos amigas que nos apoyamos unas a otras. Y siguiendo con el staff de la institución, que también está mayoritariamente integrado por mujeres en puestos de dirección como coordinadoras de Comités y jefes de Departamento. Por supuesto, no podemos dejar de mencionar a la mujer icónica del sector de exportador, la licenciada Fanny D. Estrada, quien ha apoyado las exportaciones durante más de 50 años.
¿Qué considera que hace falta en Guatemala para que más mujeres puedan abrirse camino en la empresarialidad?
Lo principal considero que es desvirtuar el mito de que las mujeres están en desventaja ante los hombres. Las mujeres son las primeras que tienen que convencerse de eso y empezar a soñar en grande. En Guatemala hay muchísimas mujeres emprendedoras que participan en el comercio, en los mercados, en pequeños negocios de comida, en salones de belleza, elaboración y venta de artesanías y otros. Si las mujeres se lo proponen, pueden hacer crecer sus pequeños negocios hasta convertirse en empresas medianas, e incluso en grandes. Algunas ya lo han hecho, y muchas otras pueden sentirse inspiradas por las que ya lo lograron si leen o llegan a conocer las historias de mujeres como ellas que han alcanzado más éxito. Asistir a congresos para asociarse entre mujeres también ayuda. Otro tema de suma importancia es que las mujeres eduquen por igual a sus niñas y a sus niños; hay que apartarse de la costumbre de muchas familias de darle más escolaridad a los niños que a las niñas. Afortunadamente, en las universidades del país ya se nota un aumento importante en el estudiantado femenino en ramas empresariales como Administración de Empresas, Mercadeo, Comercio Internacional y afines, lo cual está dando como resultado mujeres más profesionales en el campo empresarial. Ahora tenemos por primera vez a una admirable mujer en la cima de la cúpula empresarial como presidente de CACIF, así que esperamos ver cada vez más a mujeres como CEOs.
Además de tener una brillante trayectoria empresarial, usted también ha destacado por la labor de proyección social. ¿Podría compartirnos un poco de su trabajo con Fundarveja y otras iniciativas de responsabilidad social?
La proyección social podríamos decir que es el segundo capítulo de la historia de FRUTESA. Comencé a exportar los mangos cuando ya la temporada de mangos en Guatemala llegaba a su fin y para exportar más había que esperar como 8 meses para la siguiente cosecha. Pero la relación que se estableció durante las muchas llamadas telefónicas con las personas de la empresa que me había comprado los mangos era muy buena; la comunicación era muy fluida y la empresa estaba muy satisfecha y entusiasmada con tener un proveedor confiable en Guatemala. Entonces me preguntaron si podía enviarles arveja china que ellos sabían que se estaba cultivando en Guatemala para exportación a Estados Unidos.
El cultivo de la arveja china se estaba estableciendo en el altiplano central de Guatemala, porque extranjeros que vinieron a ayudar a la reconstrucción de nuestro país después del devastador terremoto de 1976, observaron que los muy fértiles suelos volcánicos de Guatemala se cultivaban casi solo con maíz y frijol para la subsistencia de las familias indígenas dueñas de la tierra. Los cooperantes vieron que allí se podía aumentar la productividad e introdujeron semillas mejoradas de maíz y frijol que rendían más y que, sembrando un área más pequeña, siempre se alcanzaba a cubrir las necesidades de alimentos de las familias y liberaban un área para sembrar verduras para vender localmente y exportar y aumentar así los ingresos familiares. Uno de esos vegetales para la exportación era la Arveja China.
Así fue como empecé a hacer contactos con pequeños productores de Sacatepéquez y Chimaltenango, y en octubre del 1983, hice los primeros embarques de arveja china de Guatemala a un país europeo.
Comencé a establecer contactos con agricultores indígenas y a visitar los campos de cultivo y las aldeas y me fui dando cuenta de carencias importantes en las comunidades y las familias de los agricultores. Poco a poco empezó a expandirse el mercado de la arveja china en el Reino Unido; agregamos después la exportación a Holanda y a Estados Unidos y, en la misma medida, iba creciendo el área sembrada de arveja, así como el número de agricultores que la cultivaban.
Comenzamos a fomentar la asociación de pequeños agricultores en aldeas y área geográfica para aprovechar economías en el transporte del producto a nuestra planta de empaque y desarrollamos el cultivo bajo contrato con especificaciones claras de calidad. Mis relaciones con los productores y sus familias se fueron estrechando, siendo de cooperación mutua y haciéndose cada vez más amigables. Viendo las carencias ayudamos a algunas aldeas a introducir el agua potable domiciliar, en otras, con la ayuda del Club Rotario, introdujimos electricidad, y en otras gestionamos ayudas del Fondo de Inversión Social y de programas de cooperación para construir centros de acopio para las arvejas.
A medida que el negocio crecía, surgieron otras empresas guatemaltecas exportadoras de vegetales y nos agrupamos en Agexport, en el Comité de Arvejas y Vegetales de Exportación, y los cultivos de vegetales para la exportación se expandieron a Sololá, Quiché y Huehuetenango. Los cultivos de exportación trajeron más desarrollo económico a los agricultores del altiplano que lo que se había logrado en los 400 años anteriores. En 2015, los exportadores del Comité de Arvejas de Agexport decidimos crear FUNDARVEJA como el brazo social de nuestra actividad para elevar la calidad de vida y modificar algunos hábitos para que el desarrollo económico que se ha logrado resulte en que las familias de los agricultores vivan en entornos saludables con las mujeres mejor capacitadas y empoderadas social y económicamente. Los colegas exportadores me hicieron el honor de nombrarme presidente de FUNDARVEJA, y ejercí el cargo durante 7 años.
¿Qué consejo les daría a las personas que están iniciando un emprendimiento?
Que esperen cosas grandes de sí mismos y que se empeñen en lograr metas altas; con dedicación y esfuerzo a veces se alcanzan cosas que están todavía más allá de lo que inicialmente uno se propone.
¿Cómo se logra encontrar el balance entre la actividad empresarial y la familiar?
Esa pregunta da para mucho, pero sí se puede lograr, especialmente en las empresas familiares, donde todos son partícipes de la actividad empresarial también.