En el cierre de un año marcado por la complejidad económica regional, Ignacio Umpiérrez, economista uruguayo, ofrece un panorama detallado sobre la situación actual de Uruguay y su inserción en el contexto latinoamericano. Ignacio analiza las resiliencias y desafíos que enfrentan los países de la región, así como las oportunidades que surgen a partir de acuerdos comerciales y la necesidad de reformas estructurales.
Así también aborda el impacto del reciente cambio político en Uruguay y la importancia de una agenda aperturista dentro del MERCOSUR. A medida que el país se prepara para el nuevo gobierno, sus reflexiones proporcionan una guía sobre las expectativas económicas para 2025 y las recomendaciones necesarias para enfrentar un ciclo externo más complejo.
- ¿Cómo caracterizarías el cierre del año en términos económicos?
A nivel regional, el año cerró con heterogeneidades entre los distintos países. Las economías de América Latina se han comportado de alguna forma más resilientes en el último tiempo a los diferentes shocks que han atravesado. En particular, nuestros países, Paraguay y Uruguay, han superado diferentes shocks climáticos. Sin embargo, el contexto externo para nuestros países se ha vuelto más complejo, sobre todo a partir del triunfo de Trump en Estados Unidos. Esto ha profundizado un ciclo de precios de materias primas más debilitados, un dólar más fortalecido, flujos de capitales más selectivos y tasas de interés históricamente elevadas.
Desde el punto de vista doméstico, hay heterogeneidades. Por ejemplo, países como Colombia y Chile han tenido una desaceleración económica, y sus brechas de producto han convergido a cero, pero desde arriba hacia abajo. En contraste, países como Perú, Paraguay y Uruguay, que atravesaron estos shocks climáticos, operaban con capacidad ociosa y hoy están casi en plena capacidad de sus factores, con brechas de producto que han convergido a cero, pero desde abajo hacia arriba.
- ¿Qué puedes decir sobre Uruguay como un país modelo en la región?
Uruguay es una economía pequeña que se ha insertado muy bien en los mercados internacionales. Es profundamente agroexportadora y se ha destacado por la estabilidad de sus políticas macroeconómicas, independientemente de los gobiernos de turno. Esto le ha permitido tener el riesgo país más bajo de la región, a pesar de no contar con la calificación crediticia más alta. Sin embargo, el principal desafío que enfrenta Uruguay es cómo crecer más. En los últimos 10 años, la tasa de crecimiento promedio ha sido de solo 1%, lo que es insuficiente para satisfacer las demandas de los ciudadanos.
- ¿Qué oportunidades ves para Uruguay y el MERCOSUR en el futuro?
Una de las cuestiones que ha tenido el MERCOSUR desde su creación es que no ha operado como una zona de libre comercio, lo que ha sido un corset para países pequeños como Uruguay. Brasil tiene otra dinámica debido a su mercado interno y escala, pero para Uruguay, la inserción en el mundo es crucial. El MERCOSUR no ha sido una plataforma exitosa de apertura hacia el mundo, a diferencia de países como Chile y Perú, que han firmado tratados comerciales con potencias como China, Estados Unidos y Europa.
La novedad más importante recientemente ha sido la concreción del acuerdo con la Unión Europea, tras más de 20 años de negociaciones, aunque aún falta su ratificación por parte de los parlamentos. Uruguay ha planteado la necesidad de flexibilizar el bloque y comerciar bilateralmente con otros países fuera de la región sin requerir consenso de todos los miembros del MERCOSUR. Quizás ahora, con el proceso en Argentina, se abra una oportunidad para avanzar en esta agenda.
- ¿Cómo ves la relevancia de los tratados de libre comercio para Uruguay?
Para Uruguay, los tratados de libre comercio son una herramienta muy relevante. No solo disminuyen la carga arancelaria, que es importante, sino que también generan efectos dinámicos, como la apertura de nuevos mercados y la llegada de inversiones. Los acuerdos comerciales son fundamentales para diversificar los mercados de exportación y mitigar riesgos. Uruguay ha estado en negociaciones para un acuerdo con China, que no se concretó en este periodo de gobierno, y ha firmado una carta de adhesión para el Tratado Transpacífico. Sin embargo, el MERCOSUR ha limitado el avance en estas iniciativas.
- ¿Cómo impacta el reciente cambio político en Uruguay?
Efectivamente, tuvimos elecciones en noviembre del año pasado, resultando en el regreso del Frente Amplio, un partido de centro izquierda. Lo que se espera es más continuidad que cambio, dado que Uruguay ha mantenido sus políticas macroeconómicas. Aunque hay un cambio en el signo político, las políticas macroeconómicas exitosas que han trascendido gobiernos probablemente continuarán. Durante el nuevo periodo, se han realizado reformas que creo que seguirán adelante.
- ¿Cuál es la situación de la microeconomía en Uruguay?
Este es otro de los desafíos que enfrenta Uruguay. Hablé del desafío del crecimiento, pero también hay que considerar los costos. Uruguay es un país caro para vivir y producir. Esto no se debe a problemas cambiarios, sino a factores microeconómicos, como aranceles y protecciones innecesarias en muchos sectores. Actualmente, tenemos uno de los combustibles más caros de la región, precios de energía altos y productos de primera necesidad que son relativamente caros en comparación con otros países, independientemente de las fluctuaciones cambiarias.
- ¿Cómo se traduce la carga tributaria en la calidad de vida de los uruguayos?
Uruguay tiene una carga tributaria elevada, pero esto se debe a un sistema de protección social amplio. La mayoría de la población está cubierta por este sistema, lo que se traduce en niveles de informalidad de aproximadamente el 20%, uno de los más bajos de la región. Sin embargo, hay un debate sobre si Uruguay podría aumentar su carga tributaria para atender otras necesidades sociales, ya que enfrenta problemas de seguridad pública, educación e infraestructura. Esto será un desafío para el nuevo gobierno que asuma en marzo.
- ¿Cuáles son las perspectivas económicas para 2025 en Uruguay?
Si observamos el conjunto de 2024 y 2025, el año 2024 fue dentro de lo esperado para Uruguay, con una dinámica económica que va de menor a mayor. Se espera que el crecimiento promedio en 2025 esté en el eje del 2.5%, que es la tasa de crecimiento potencial. Sin embargo, existen varios riesgos para la segunda parte del año. Por un lado, el contexto extrarregional no presenta reglas a favor, con Estados Unidos ampliando el diferencial de crecimiento. Además, Brasil, nuestra otra gran economía regional, parece consolidar un escenario más negativo. A nivel doméstico, estamos viendo señales de cambio del ciclo económico, con un menor flujo de inversión extranjera directa y una desaceleración de la demanda interna.
- ¿Qué recomendaciones finales tendrías para Uruguay y la región?
Para Uruguay y la región, el principio de prudencia es esencial. Aunque los países han salido bien de la pandemia y han mostrado un comportamiento macroeconómico positivo, persisten vulnerabilidades. Las economías de la región están creciendo poco y enfrentan desafíos fiscales, con altos niveles de deuda y tasas de interés elevadas. La falta de reformas estructurales ha llevado a cambios frecuentes en los gobiernos, lo que ha dificultado el procesamiento de esas reformas. Así que, aunque el punto de partida es mejor que en otros momentos, las vulnerabilidades siguen siendo importantes y deben ser abordadas con cautela.