Javier Ortiz Bahamón: «En Colombia, hemos trabajado durante años con sistemas silvopastoriles, que han demostrado ser efectivos para capturar carbono”

Javier Ortiz Bahamón, economista colombiano y especialista en desarrollo rural y medio ambiente, destacó el enorme potencial del Chaco paraguayo para el crecimiento agrícola y la conservación ambiental. 

Representante regional de la Tropical Forest Alliance, una iniciativa del Foro Económico Mundial, Ortiz enfatizó la necesidad de impulsar prácticas agropecuarias sostenibles que reduzcan la deforestación y fomenten la productividad en armonía con el medio ambiente.

Queremos hablar sobre el enfoque externo hacia Paraguay y cómo estamos potenciando el Chaco, trabajando en un área poco explotada o, al menos, comenzando a entender su potencial. ¿Qué opinas al respecto?

Creo que el Chaco ha ido progresivamente reconociendo su gran potencial. A nivel global, ya se entiende el valor del Chaco tanto en biodiversidad como en su capacidad para crecer en productividad agropecuaria. Es uno de los biomas más biodiversos de nuestra región y, al mismo tiempo, ofrece grandes oportunidades en términos de inversión, especialmente en Paraguay, que tiene condiciones favorables para ello.

Hablando del Tropical Forest Alliance, ¿podrías contarnos de qué se trata y cómo se relaciona con Paraguay?

Claro. El Tropical Forest Alliance (Alianza por los Bosques Tropicales) es una iniciativa vinculada al Foro Económico Mundial, que comenzó hace unos diez años. Su objetivo principal es reducir la deforestación asociada a la producción de los principales commodities del mundo, como soja, palma de aceite, ganadería, cacao y café. A través de plataformas multiactor, busca movilizar gobiernos, sector privado y sociedad civil para implementar políticas y prácticas sostenibles. La idea es mejorar la productividad agropecuaria sin necesidad de expandir las áreas agrícolas, lo que permite conservar los bosques y reducir emisiones de gases de efecto invernadero.

Es un gran desafío preservar los recursos naturales mientras se impulsa el desarrollo. ¿Has visitado Paraguay? ¿Qué opinas sobre las acciones que se están tomando allí?

Sí, he tenido la oportunidad de visitar tanto Asunción como el Chaco Paraguayo. Es una región hermosa, pero la deforestación sigue siendo un gran desafío, no solo para Paraguay, sino a nivel global. El 25-30% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la deforestación y de actividades agropecuarias. Reducir estas emisiones es esencial para mitigar el cambio climático. Paraguay tiene una gran oportunidad de adoptar prácticas sostenibles que no solo conserven sus bosques, sino que también mejoren la productividad agropecuaria.

¿Podrías mencionar ejemplos prácticos que puedan servir a Paraguay?

Claro. En Paraguay ya se están implementando sistemas como la mejora de pasturas y la integración de árboles en los potreros, lo que incrementa la productividad y la resiliencia del sistema. En Colombia, hemos trabajado durante años con sistemas silvopastoriles, que han demostrado ser efectivos para capturar carbono y aumentar la capacidad de carga animal por hectárea. Estos sistemas también se están desarrollando en Paraguay y representan una gran oportunidad para que el país acceda a mercados de créditos de carbono y obtenga beneficios económicos adicionales.

¿Qué oportunidades ves para Paraguay en este contexto y cómo podemos equilibrar sostenibilidad con crecimiento económico?

Paraguay tiene una oportunidad única para liderar en sostenibilidad y productividad. Al adoptar prácticas como la división de potreros, el uso de forrajes mejorados y la integración de árboles, los productores pueden aumentar su competitividad y resiliencia. Sin embargo, es importante desarrollar mecanismos que compensen a los productores por conservar los bosques. En otros países, ya existen iniciativas que ofrecen incentivos económicos, como créditos de carbono y esquemas de pago por servicios ambientales. Paraguay puede seguir este camino y potenciar su posición en los mercados internacionales, mostrando que sostenibilidad y desarrollo no son excluyentes, sino complementarios.