Marcelo Sadres: “La gestión integrada de los recursos hídricos busca coordinar el uso para maximizar el bienestar económico y social»

El especialista de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para agua y recursos hídricos, habló sobre la importancia de la gestión de los recursos hídricos para la producción agropecuaria, sobre todo porque es clave para el desarrollo.

“La gestión integrada de los recursos hídricos busca coordinar el uso para maximizar el bienestar económico y social»

El agua es un recurso fundamental para la producción agropecuaria y para la seguridad alimentaria y el desarrollo económico de los países. Su disponibilidad y calidad impactan directamente en los rendimientos agrícolas y su gestión responsable sea clave para garantizar la sostenibilidad del sector.

La escasez de agua no solo afecta la productividad del agro, sino también pone en riesgo el abastecimiento de alimentos y el bienestar de las comunidades rurales que dependen. Para mitigar estos desafíos, es esencial adoptar prácticas de manejo eficiente del agua.

Marcelo Sadres, especialista de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para agua y recursos hídricos, nos habló sobre la importancia de la gestión de los recursos hídricos para la producción agropecuaria, sobre todo porque es clave para el desarrollo.

“La gestión integrada de los recursos hídricos busca coordinar el uso del agua, la tierra y los recursos relacionados para maximizar el bienestar económico y social sin comprometer la sostenibilidad de los ecosistemas. Para ello, es clave implementar medidas estructurales como no estructurales”, explicó el especialista en una entrevista con 5 Días.

Las medidas no estructurales incluyen la coordinación interinstitucional, la participación de múltiples actores, el desarrollo de marcos normativos que favorezcan la gobernanza inclusiva del agua y la planificación de cuencas hidrográficas.

Las medidas estructurales abarcan inversiones en infraestructura que optimicen la disponibilidad y calidad del recurso hídrico, como embalses, sistemas de reutilización y mejoras en redes de distribución.

Mencionó que la gestión de los recursos hídricos para la producción agropecuaria es clave para el desarrollo. Desde la FAO, enfatizamos la necesidad de adoptar acciones transformadoras para mitigar los impactos de la escasez de agua y la sequía en la agricultura. Consideramos que la clave está en la innovación, la inversión y la implementación de soluciones basadas en la naturaleza.

Además, algunas estrategias prioritarias incluyen la siembra y cosecha de agua, el riego tecnificado, la gestión integral de cuencas, soluciones basadas en la naturaleza, y sistemas de alerta temprana. También se deben potenciar mesas agroclimáticas, creando y aumentando incentivos financieros para mecanismos que promuevan el uso eficiente del agua en la agricultura.

Para Sadres, es fundamental cambiar la percepción de la región como abundante en agua dulce y reconocer que su distribución espacial y estacional es desigual. La escasez hídrica siempre es un desequilibrio entre la demanda de agua y su disponibilidad, por lo que es necesario actuar en ambos frentes.

“Si bien podemos trabajar en incrementar la oferta del recurso y su disponibilidad, esto tiene un límite ya que el agua también es soporte indispensable de los ecosistemas. Debemos enfocar parte de nuestro esfuerzo en cómo reducir la demanda y desde la agricultura esto puede lograrse utilizando tecnologías de riego más eficientes, disminuyendo pérdidas en conducciones, planificando mejor el riego y el cultivo, e incorporando variedades más resistentes a la sequía”, añadió.

La contaminación difusa de origen agrícola y pecuario es a veces más difícil de gestionar que la contaminación puntual de la industria o la minería. Sin embargo, existen estrategias clave para reducir su impacto. Estas incluyen el manejo adecuado de fertilizantes y plaguicidas, reduciendo el uso excesivo de nitrógeno y fósforo.

Si se implementan buenas prácticas, la producción agropecuaria no solo puede reducir su impacto ambiental, sino también puede ser parte de la solución, proporcionando servicios ecosistémicos clave.

También es importante incentivar un proceso virtuoso de inversión en innovación y tecnología, incluyendo ampliar la superficie de riego y su eficiencia, disponer de sistemas de alerta temprana, la promoción de prácticas agroecológicas, el uso de cultivos resistentes a la sequía, y las soluciones basadas en la naturaleza.