Mario Hernández, uno de los empresarios más influyentes de Colombia, abrió las puertas de su oficina y su corazón al equipo periodístico de Stornia. Llegamos a las 2:00 p.m., tal como habíamos acordado, a su bodega principal ubicada en el sector de Montevideo, zona industrial de la localidad de Puente Aranda en Bogotá. Allí nos recibió Yolanda, su asistente, quien nos ofreció un café antes de llevarnos a la oficina de don Mario. Mientras caminábamos por los pasillos, observamos decenas de reconocimientos, premios y condecoraciones que ha recibido tanto en Colombia como en el extranjero. Los coloridos cuadros llenos de arte y las vitrinas con mariposas, un homenaje a su esposa fallecida hace dos años, dan testimonio de un hombre que aún mantiene vivo el recuerdo y el amor por ella.
Con una cálida sonrisa, don Mario nos invitó a sentarnos y comenzó a compartir su historia. Asegura que, como todo buen administrador, es fundamental dar ejemplo, y por eso cumple un horario fijo en su oficina. Lleva con orgullo el carné que lo identifica como gerente de su empresa, mientras que desde su ventanal se puede ver toda la actividad de su industria. En cada detalle se percibe su dedicación: podría decirse que todos los productos, más de 150.000 bolsos, 10.000 chaquetas y 50.000 zapatos vendidos al año en sus 60 tiendas de Colombia, Venezuela, Costa Rica, Panamá, Aruba y Moscú, han pasado por sus manos y por sus ojos atentos.
Todos los días entra a la fábrica por la planta de producción, donde ha llegado a tener más de 600 empleados. Siempre tiene a la mano un té caliente y un vaso de agua que él mismo se sirve, porque, como él dice con una sonrisa, “en la vida hay que untarse de todo”. Así, entre risas y anécdotas, don Mario sigue demostrando que el éxito no solo se mide en cifras, sino en la cercanía y el esfuerzo diario por cuidar cada detalle.
¿Cómo fue su vida de adolescente?
Quedé huérfano a los 10 años, soy el mayor de cuatro hermanos y empecé a trabajar desde muy joven. Tengo 83 años y llevo 70 años trabajando. Ya me hubiera podido pensionar tres veces.
¿Por qué siempre menciona en sus intervenciones la frase “la vida es una oportunidad”?
Porque uno nace desnudo, no puede hablar, no puede caminar, no puede comer nada, y mire todo lo que hay, las oportunidades que tiene, el mundo. Compartir todo esto es una oportunidad.
¿Qué le apasiona a don Mario?
El trabajo, hacer bien las cosas y ayudar a las personas. Eso me gusta.
¿Cómo ha logrado mantener una numerosa planta de empleados a pesar del duro golpe de la pandemia?
En pandemia no despedimos a nadie, uno tiene que pensar en tres cosas: primero, el negocio, la compañía con producto y calidad de diseño; segundo, la gente, porque uno solo no hace nada, los equipos son muy importantes; y tercero, las utilidades, para poder sostenerse. Ahora, toda la gente somos iguales. El hecho de que uno tenga más que el otro no quiere decir nada. Uno nace desnudo y se va desnudo, entonces hay que ayudar a su gente, compartir con ellos y ver cómo mejoramos este mundo.
¿Cómo es ese apoyo que le da a los empleados?
Les pagamos el sueldo siempre. A la gente con más de tres años en la empresa les ayudamos a tener casa propia, les damos mercado, los libros para el colegio de los niños, y los tratamos bien. Eso es muy importante, y les enseñamos una profesión.
¿Cuántas tiendas tiene actualmente Mario Hernández?
En Colombia, como 60 tiendas; en Venezuela, 18; una en Panamá y otra en Costa Rica. Hoy en día facturamos el 12% de las ventas a través de internet. Somos los únicos en América que tenemos una fábrica, y competimos con calidad.
¿Ha tomado en algún momento una decisión de la que se haya arrepentido?
Ya lo que fue, fue, pero es bueno mirar al pasado para aprender de los errores. Todos cometemos errores, pero esos no son fracasos, son experiencias.
¿Cómo los empresarios pueden mejorar para que, a su vez, crezca la economía en Colombia?
Nos faltan empresarios, nos falta invertir a largo plazo. Queremos ganar en el momento, pero no pensamos a futuro. Tuvimos en Colombia una ensambladora de carros, pero nunca fabricamos un carro. Mire a los asiáticos, en 20 o 30 años lo que han hecho. Tenemos un per cápita de 6,000 dólares, y mire a China, tiene 12,800. Nuestros políticos no han generado un peso, no han creado empleo. Es un conjunto de cosas. Mire a Estados Unidos, mire a los países desarrollados. Tenemos grandes oportunidades: las frutas que hay en Colombia, dos mares… tenemos montones de cosas, pero nos falta.
¿Cómo se podría mejorar?
Con innovación, con educación y con políticos que realmente no quieran figurar ni enriquecerse, que no piensen en la mal llamada “mermelada” un término coloquial que se utiliza para describir la práctica de distribuir recursos públicos o asignaciones presupuestales de manera discrecional a cambio de apoyo político, especialmente por parte del Congreso. En este contexto, el gobierno otorga partidas de dinero o contratos a congresistas a cambio de que estos respalden sus propuestas o proyectos de ley.
¿Qué viene para Mario Hernández?
Una responsabilidad muy grande. De nosotros dependen unas 2,000 personas en el mundo. Con la situación del país, con la política, con esta incertidumbre, tenemos que sostener el empleo y el trabajo de toda una vida.
¿Cómo analiza estos últimos tres años de la economía en Colombia?
Ahí vamos. Nos hemos sostenido, hemos construido marca y hemos aprendido. Estas épocas malas son muy buenas porque obligan a uno a reinventarse.
¿Cómo visualiza ese mejor país del que hablaba Mario Hernández?
Que no haya tanta pobreza, que haya industria, que seamos competitivos, que tengamos un per cápita mínimo de $15,000 dólares. La educación de los niños es muy importante, el cuidado de los viejitos, todo. Hay tantas cosas. Miremos a los países desarrollados y copiemos de ellos para que podamos tener un país más próspero y pujante. Hagamos el bien sin mirar a quién.