Ricky Minicucci: “Si logramos construir algo que sirva a los demás, el éxito viene como consecuencia”

Ricky Minicucci, presidente del Círculo de Impacto de Sistema B Argentina, compartió su historia de vida y carrera en una charla en el demoninado Día B, en su segunda edición en Asunción, Paraguay.

Durante su intervención, relató el camino que lo llevó a fundar empresas innovadoras que buscan crear impacto positivo en las comunidades donde operan.

Inicios

Ricky Minicucci comenzó recordando cómo su interés por los negocios con propósito emergió de las circunstancias difíciles que enfrentaba Argentina en 2002. En plena crisis económica, decidió fundar CETACOM, que más tarde se convertiría en TRAZA.

Esta empresa inició con una tarjeta telefónica de llamadas internacionales, una alternativa económica para que las familias afectadas por la crisis pudieran mantenerse en contacto con sus seres queridos fuera del país. Según relató, esta idea fue clave, ya que no solo atendía una necesidad económica, sino también una necesidad social de conexión en tiempos complicados. “A veces uno no sabe hasta dónde puede llegar con una idea cuando está guiada por una necesidad humana”, afirmó.

En 2004, CETACOM implementó un sistema de «telerrecarga» que permitió a los usuarios recargar sus celulares sin necesidad de utilizar tarjetas físicas, todo a través de su red de comercios. Esto, en una época en la que la tecnología aún no estaba tan desarrollada, fue una solución innovadora y visionaria. “Estábamos ofreciendo algo que nadie más ofrecía y, al mismo tiempo, estábamos facilitando la vida de muchas personas”.

Corresponsales bancarios

Ricky no se quedó en su éxito inicial y decidió profundizar su enfoque en la inclusión financiera. Durante un viaje a Europa en 2006, observó el modelo de los corresponsales bancarios, una red de comercios que actuaban como extensiones del sistema bancario en áreas que tradicionalmente carecían de servicios financieros. Inspirado, regresó a Argentina con el objetivo de implementar una red similar que permitiera a las personas de barrios populares acceder a servicios básicos financieros sin tener que depender de un banco formal. 

Sin embargo, no fue fácil. En sus palabras, “al principio, la gente no veía la necesidad, y muchas instituciones dudaban de su viabilidad”. Pese a esto, siguió adelante y, con el tiempo, su red CAO24 logró incluir a más de 20.000 comercios de cercanía. Los comercios afiliados a esta red ofrecían servicios de pago de facturas, recarga de celulares y otros trámites necesarios para los vecinos de comunidades marginadas. Este proyecto fue un paso fundamental hacia la inclusión de sectores previamente ignorados en el sistema financiero. 

Una visita a la Villa 31

Uno de los momentos más destacados de la charla fue cuando relató su experiencia en la Villa 31. En 2017, escuchó sobre el proyecto del Banco Interamericano de Desarrollo para trasladar sus oficinas a la comunidad y decidió visitar el barrio personalmente. Recordó cómo llegó a la Villa con una mentalidad de observador, pero pronto cambió su perspectiva al ver la vida cotidiana y los desafíos de sus habitantes. “La Villa tiene su propia riqueza, su cultura, y un deseo enorme de superación”, mencionó.

Tras esta experiencia, decidió abrir un centro de Pago24 en la Villa 31, lo cual representó un hito en su misión de inclusión financiera. Esto permitió a los residentes acceder a servicios financieros sin tener que salir de su barrio y también generó empleo local. No dejó de mencionar la importancia de entender verdaderamente a las comunidades antes de intentar ofrecer soluciones. “No se trata de imponer, sino de entender qué necesitan y cómo se puede colaborar con su desarrollo”.

Filosofía de vida

También se refirió a la filosofía que le ha servido de guía en su vida y su carrera. Su interés en el estoicismo y la filosofía antigua lo ha llevado a ver los negocios desde una perspectiva diferente, priorizando el propósito por encima del beneficio económico inmediato. Recordó una frase de Marco Aurelio, “Una piedra en el camino es el camino”, que para él representa la idea de que los obstáculos son oportunidades para aprender y crecer. Esta filosofía, según explicó, lo ayudó a mantenerse enfocado en su visión incluso cuando se encontraba con resistencias o desafíos en su proyecto de inclusión.

Para Minicucci, el propósito y la rentabilidad no son conceptos opuestos, sino complementarios. Su experiencia ha demostrado que es posible construir empresas exitosas económicamente que también generen un impacto positivo en la sociedad. Al final de su charla, subrayó la importancia de que las empresas asuman una responsabilidad social y se involucren en los problemas de las comunidades donde operan. “Si logramos construir algo que sirva a los demás, el éxito viene como consecuencia”, concluyó.

Minicucci invita a reflexionar sobre el papel de los negocios en la sociedad y la importancia de conocer las realidades locales para generar un impacto duradero.

 

Por Melissa Villamayor.