En esta entrevista, Juan Pablo Rivero, CEO de Hydrous, habla sobre el origen del proyecto, los desafíos de operar en el sector hídrico, las oportunidades que existen para quienes quieran invertir en agua y cómo este modelo puede marcar una diferencia real en términos ambientales y económicos.
¿Cómo fue tu inicio en este sector y cómo nace Hydrous?
Yo llevo en el tema de agua desde el 2010, en la Ciudad de México. Soy mexicano, nacido en la Ciudad de México, y empecé con una empresa que se llama Ibima, donde hacemos ingenierías, diseños y consultoría. A través de Ibima hicimos varios proyectos con empresas Fortune 500 en México, ayudándoles a diseñar soluciones para tratar sus aguas. Todas estas soluciones las construimos, y tuvimos muchos proyectos con empresas grandes.
En 2018 me fui a Estados Unidos, y ahí es donde empecé el proyecto que se llama Hydrous. Ahí conocí a mi socio, y hemos estado trabajando en la industria del oil and gas, ayudando a tratar el agua producto del fracking. Esa agua la tratamos y se reutiliza en el mismo proceso, logrando un circuito cerrado.
¿Con qué tecnología iniciaron y cómo evolucionaron?
Empezamos comercializando una tecnología específica, basada en bacterias y enzimas, para hacer biodocumentación de plantas. Pero nos dimos cuenta de que cada agua residual es distinta y necesita soluciones diferentes. Entonces dejamos de enfocarnos en una sola tecnología y empezamos a enfocarnos en el resultado para el cliente. Hoy analizamos lo que tiene y le hacemos un traje a la medida.

¿En qué consiste el nuevo proyecto que lanzaron en Estados Unidos?
Estados Unidos tiene una infraestructura centralizada de agua que está muy rebasada. La Asociación de Ingenieros Civiles estima que el déficit es de 500 billones de dólares. La solución está en el tratamiento descentralizado y el reúso del agua, como ya se hace en Israel, Singapur o Europa. Estados Unidos está rezagado en ese sentido.
Nuestro proyecto ayuda a industrias a tratar y reutilizar sus aguas. Cualquier persona del mundo —de México, Colombia, Chile, etc. — puede participar invirtiendo en vehículos que tienen activos descentralizados de agua. Son equipos móviles, hechos de acero inoxidable, acero al carbón o plástico reforzado, que duran muchos años y trabajan con clientes industriales.
Tratar y desechar
¿Dónde está el atractivo financiero de este modelo?
Lo llamo “arbitraje”, porque el costo de tratar y desechar agua varía mucho: puede ir desde 1 hasta 900 dólares por metro cúbico. Por ejemplo, un proyecto descentralizado puede costar sólo dos dólares por metro cúbico. Eso da una idea del margen que existe. Nosotros identificamos clientes que tienen estos altos costos y les ofrecemos una solución eficiente.
¿Puedes compartir un ejemplo real de este modelo en acción?
Sin dar nombres específicos, te cuento el caso de un cliente del sector oil and gas. Recibimos su “produced water”, la limpiamos y se la vendemos de regreso. Además, esa agua contiene residuos de hidrocarburos que separamos y vendemos en el mercado. Entonces, por un lado nos pagan por tratar el agua y por el otro obtenemos ingresos por el residuo separado.
¿Cuál es el impacto ambiental de esta propuesta?
Reciclar agua es clave porque cada vez hay menos disponibilidad. Nuestro negocio es limpiar agua, y eso tiene un gran impacto. El modelo descentralizado además consume menos energía, ya que evita el bombeo y transporte de agua que generan emisiones. Reusar agua tratada, en lugar de extraer más, ayuda a reducir el estrés hídrico.
¿Cómo compararías esto con otras industrias limpias, como la solar?
La industria solar empezó con empresas que vendían paneles, hoy ya es un modelo adoptado por instituciones financieras. Nosotros hacemos algo similar: tomamos agua sucia, la tratamos y la convertimos en limpia. Tiene muchas similitudes con la energía solar y creo que el impacto puede ser comparable. La descentralización en agua va a liberar disponibilidad hídrica a gran escala.
Alianzas
¿Qué vínculo tiene su proyecto con el programa EB-5 de inversión en Estados Unidos?
Tenemos una alianza con el Great Southwest Regional Center. Nuestro proyecto ya está avalado por el USCIS, lo que permite a inversores de países con tratado de libre comercio con Estados Unidos aplicar al programa EB-5 y acceder a la Green Card. Es un programa que existe desde 1990 y ya cumplimos todos los requisitos.
¿Qué ventajas ofrece invertir en un proyecto rural bajo ese programa?
Hubo un cambio en el Congreso donde se diferencian proyectos urbanos y rurales. Los rurales tienen “Priority Processing”, lo que significa que el trámite migratorio es más rápido. En Estados Unidos la mayoría de los proyectos han sido urbanos, especialmente en real estate. Somos uno de los pocos rurales, y eso da una ventaja.
Además, invertir en agua es apostar por un activo resiliente, subvaluado y esencial para la vida y la economía. Sumado al procesamiento preferencial, es una gran oportunidad para quienes buscan migrar o diversificar inversiones.
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