San Salvador. El presidente salvadoreño Nayib Bukele anunció una inyección de us$1,000 millones en el mercado interno con el propósito de incrementar el flujo de capital y estimular la actividad económica del país.
La medida forma parte del plan económico acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el cual contempla un respaldo financiero de us$1,400 millones para apoyar el equilibrio fiscal y promover el crecimiento sostenible.
Según la información divulgada por la Presidencia, los fondos serán utilizados para adelantar pagos a micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), saldar compromisos con proveedores del Estado y cubrir amortizaciones de deuda interna.
El gobierno espera que este movimiento de liquidez tenga un efecto multiplicador sobre el consumo, la inversión y el empleo, al facilitar el acceso a capital y mejorar la circulación del dinero en la economía nacional.
La inyección representa cerca del 2,8 % del Producto Interno Bruto (PIB), lo que la convierte en una de las medidas de estímulo más significativas en los últimos años.
El Ejecutivo explicó que se trata de recursos que ya existen en el sistema financiero internacional, por lo que no implican emisión monetaria ni presión inflacionaria adicional sobre el mercado salvadoreño.
Este paquete financiero se enmarca en los compromisos asumidos con el FMI como parte del programa de asistencia aprobado en febrero de este año. El acuerdo incluye un desembolso inicial de us$113 millones y plantea una serie de reformas estructurales, entre ellas, la mejora en la eficiencia del gasto público, cambios en el sistema de pensiones y la digitalización de la administración tributaria.
La estrategia del gobierno apunta a utilizar parte de los fondos internacionales no solo para cubrir necesidades fiscales, sino también para impulsar el dinamismo económico a corto plazo, mientras se avanza en los ajustes requeridos por el programa con el organismo multilateral.
Con este anuncio, el Ejecutivo busca reforzar la confianza de los actores económicos y mantener la estabilidad macroeconómica, en un contexto donde persisten desafíos como el elevado nivel de endeudamiento público y la necesidad de consolidar el crecimiento en un entorno global incierto.