La paradoja es que, según la teoría macroeconómica, no podría bajar mucho más sin convertirse en una señal de serios problemas. La clave está en el concepto de «paro estructural», un indicador que apunta en el que la mejoría del empleo no responde a un crecimiento real del PIB, sino que sería síntoma de una burbuja económica que puede pinchar en cualquier momento. Un patrón que ya vimos en la gran crisis de 2008, publicó El Economista de España
A veces, la relación entre macroeconomía y empleo parece desafiar el sentido común y la tasa de paro estructural es uno de los ejemplos más destacado de ello. Porque, ¿cómo puede ser negativo reducir el desempleo? Para entender esta contradicción, hay que profundizar en el significado de este indicador, que muchas veces se confunde con el nivel de ‘paro mínimo’ que no puede reducirse sin reformas estructurales. En realidad, lo que señala es salgo muy distinto.
Lo que dicen los economistas es que cuando la tasa de paro cae por debajo del nivel estructural, la economía corre el riesgo de recalentarse, provocando una subida de precios, un aumento de los costes laborales unitarios y, por ende, una pérdida de competitividad relativa en los mercados internacionales. Todo ello, a su vez, suele desembocar en un déficit por cuenta corriente o una reducción del superávit si este existiera previamente’
El desempleo estructural se estima mediante dos tasas muy similares: la NAIRU (por las siglas de non-accelerating inflation rate of unemployment) y la NWRU (de non-accelerating wage rate of unemployment). Es decir, una estima el nivel de paro a partir del cual un descenso del desempleo eleva la inflación y la otra los salarios. En la práctica son sinónimos, aunque la Comisión Europea y el Banco Central Europeo se fijan más en la NAWRU, ya que la relación entre salarios y empleos es más directa. Este tipo de tasas no son estáticas, sino que actualizan continuamente en función de una metodología que recoge diversas variables del ciclo económico, aunque son mucho menos volátiles que la tasa de paro. Pero por ello también recogen el impacto a medio y largo plazo de variables como las reformas estructurales, lo que explica la confusión que la rodea.
Como explican desde Fedea en un documento dedicado a la NAIRU (pero aplicable a la NAWRU), este nivel de desempleo es el compatible con una inflación estable (cercana al objetivo del BCE del 2%) y una balanza por cuenta corriente en equilibrio. Aunque la tasa de paro estructural se suele relacionar a menudo con la inflación, lo cierto es que su impacto sobre la balanza de pagos (la balanza por cuenta corriente que grosso modo la diferencia entre exportaciones e importaciones) es igual de importante o incluso mayor cuando se producen shocks externos que provocan una interrupción abrupta de los flujos de capitales a nivel global.
Algo que supone especialmente un problema en el país que combina la mayor tasa de paro real pero también lidera la estructural. Según AMECO, la la base de datos de la Comisión Europea, en los últimos 50 años, es decir, desde los últimos años del franquismo, la correlación entre tasa de paro ‘real’ y ‘estructural’ se ha vuelto más intensa en España: a los periodos en los que el desempleo queda por debajo de la NAWRU se ven sucedidos por el estallido de crisis que se también traducen en fuertes repuntes del paro.