«Las mujeres pueden tenerlo todo hoy en día», es una de las frases que comúnmente se escucha en fechas especiales como el Día de la Madre o el Día de la Mujer, en donde se reflexiona sobre la evolución de los derechos de las mujeres a través de los años. El derecho al voto, las mujeres en el mundo empresarial, las mujeres emprendedoras, las mujeres en los altos rangos de la política, las mujeres abriéndose campo en los lugares donde lideraba la únicamente masculinidad, han sido avances muy significativos en la equidad de genero.
Pero, ¿realmente pueden las mujeres tenerlo todo? Una reciente investigación de la Universidad de Harvard realizada por la profesora Claudia Goldin, reveló que incluso hoy, en pleno 2024, tener una carrera y tener hijos al mismo tiempo está fuera del alcance de muchas mujeres.
Según este estudio titulado «La Penalidad a la Maternidad», en todo el mundo, el 95% de los hombres entre 25 y 54 años están empleados, mientras sólo el 52% de las mujeres del mismo rango de edades tienen un empleo. En la OCDE, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, un club de países en su mayoría ricos, la proporción es del 91% para los hombres y sólo del 75% para las mujeres.
¿Cómo explicar estas brechas? Si bien el acceso desigual a la educación y la discriminación en el lugar de trabajo influyen, en el caso de los países desarrollados el estudio encontró que el cuidado infantil ocupa un lugar preponderante. Las cifras reflejan que hasta el 80% de la diferencia entre la participación masculina y femenina en la fuerza laboral se debe a que las mujeres abandonan el trabajo, temporal o permanentemente, después del nacimiento de su primer hijo. En los países más pobres o en vía de desarrollo, la maternidad explica sólo alrededor del 10% de la brecha, porque la mayoría de las mujeres abandonan el mercado laboral después del matrimonio.
El trabajo de Goldin en este estudio, que también aborda la brecha salarial entre hombres y mujeres, le otorgó un premio nobel de economía, convirtiéndola en la tercera mujer en ganar el galardón, «por haber avanzado nuestra comprensión de los resultados de las mujeres en el mercado laboral».
Tatiana López, de 36 años, latina, madre de tres hijos y residente del condado Broward en Florida, siempre soñó con una gran carrera profesional. Estudió comunicación social, se mudó de país, pero cuando contrajo matrimonio y tuvo su primera hija, sus sueños dieron un giro radical.
«Cuando nació mi primera hija me quedé cinco años sin trabajar. Cuando ella cumplió dos años, tuve a mi segunda hija. En el tiempo que me quedé cuidándolas, lo que hice fue estudiar. Ya cuando tuve el tercero, estaba con un trabajo de medio tiempo. Traté de hacer las dos cosas al mismo tiempo, cuidar de mis hijos y trabajar, pero fui muy ambiciosa porque no fue fácil. Llegó el momento en el que tuve que soltar algo», dijo López.
Agregó que «los costos de cuidado de un niño en este país, al menos en donde yo vivo, son muy altos. Un jardín cuesta alrededor de $1.000 dólares al mes, entonces con mis tres hijos estamos hablando de $3.000 dólares al mes, una cifra que fácilmente puede ser mi salario completo. Es pagarle a alguien más para que haga lo que yo podría hacer con mis hijos. Pero no solo es el peso financiero, también el desgaste emocional y físico. Por ejemplo, ahora que mi hijo menor está en jardín, cada semana se contagia de una enfermedad diferente, sino es un virus es una bacteria. Cuando se enferma debo cuidarlo o conseguir a alguien para que lo cuide porque no puede ir al jardín», afirmó López.
Los datos de la Asociación Estadounidense de Mujeres Universitarias (AAUW) muestran que las familias pueden gastar entre US$800 y $1.230 por mes, por niño, en servicios de cuidado infantil con licencia. Y los expertos dicen que la pandemia dificultó las cosas para las mamás.
Maternidad y desarrollo profesional ¿Son compatibles?
Convertirse en madre puede ser emocionante y gratificante, pero para muchas mujeres en Estados Unidos, agregar “mamá” al currículum también puede tener serias implicaciones para el crecimiento profesional, el potencial de ingresos y la riqueza a largo plazo.
De acuerdo con la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, las mujeres constituyen casi la mitad de la fuerza laboral del país. Alrededor del 71% de las madres con hijos en casa están trabajando. Y según el Center for American Progress, las mujeres son el único o principal sostén de la familia en el 41% de los hogares estadounidenses con niños. Sin embargo, los ingresos de las mujeres, a menudo sufren un gran impacto cuando se convierten en madres.
Aunque la maternidad es necesaria para nuestra sociedad, las mujeres se ven penalizadas financieramente por tener hijos. Un estudio realizado por investigadores de la Oficina del Censo encontró que entre dos años antes del nacimiento del primer hijo de una pareja y un año después, la brecha de ingresos entre cónyuges se duplica y la brecha continúa creciendo hasta que el niño cumple 10 años. Aunque después se reduce, nunca desaparece por completo, y a esto se conoce como la “pena de maternidad”.
Además, según el estudio de Harvard, es menos probable que los gerentes contraten a madres que a mujeres que no tienen hijos. Y cuando contratan a una mujer con hijos, es probable que los empleadores le ofrezcan un salario más bajo que a quienes no tienen hijos. Y el mismo estudio revela una desventaja: los padres no pagan la misma pena.
«Yo tuve que estudiar otra carrera, una que no me apasiona, en gestión de la cadena de suministro. Empecé a estudiar en un College y trabajar como monitora y por esa razón tengo un empleo que se ajusta a mi vida como madre, puedo trabajar híbrido, y recoger a mis hijos del colegio, tengo vacaciones pagas y se ajustan a las vacaciones de los niños y tengo beneficios federales porque es un instituto público, de otra manera no podría trabajar y ser mamá. No gano mucho dinero pero tengo algo de independencia financiera, ¿podría ganar más en una compañía privada? Sí, pero tengo que pensar en mis hijos, yo quiero ser una mamá presente», afirmó Tatiana López.
Pam Cohen, jefa oficial de investigación y análisis en Mom Project, una plataforma de recursos profesionales para madres trabajadoras, afirmó que «los modelos de trabajo no están diseñados para ayudar a las mujeres a lograr igualdad de condiciones”. Agrega que “esto se vio claramente exacerbado con la pandemia, donde vimos a 1,8 millones de mujeres abandonar la fuerza laboral. Si bien la noción de flexibilidad y el trabajo desde casa se aceleraron hasta convertirse en aceptación y eso creó una sensación de mayor igualdad para las mamás, todavía estamos viendo desafíos adicionales como la falta de recursos para el cuidado de los niños, los mandatos de regreso a la oficina y el agotamiento general”.
EE.UU. lejos de tener una licencia paternal federal
En Estados Unidos no existe una licencia de maternidad como mandato federal y cada estado tiene reglas diferentes para cuando una mujer se convierte en madre, y tampoco existe una licencia para el padre. Sólo 14 de los 50 estados y el Distrito de Columbia han implementado algún tipo de programa de licencia remunerada.
Según el Pew Research Center, en comparación con 41 países, Estados Unidos es el único que no exige ningún permiso remunerado para los nuevos padres, a diferencia de naciones como Estonia, que cuenta con 86 semanas de permiso remunerado y varios otros países, incluidos Bulgaria, Hungría, Japón, Lituania, Austria, Eslovaquia, Letonia, Noruega y Eslovenia, que también ofrecen más de un año de licencia remunerada.
En pleno 2024, el Congreso de Estados Unidos apenas trabaja en un proyecto bipartidista para abordar este tema de la licencia de maternidad a nivel federal. Esta semana el grupo de trabajo bipartidista de la Cámara de Representantes sobre licencias familiares remuneradas ha publicado un modesto proyecto marco destinado a mejorar el acceso a las licencias familiares remuneradas.
Este proyecto debe pasar a plenaria en la Cámara Baja y si llegara a ser aprobado, deberá pasar al Senado, por lo que para muchos sigue siendo lejana la posibilidad de una licencia parental nacional.
Por el momento, la maternidad para las estadounidenses es una elección entre el sueño de tener una familia y el sueño de ejercer su carrera profesional, y en caso de intentar «tenerlo todo», el precio es alto.