Estados Unidos alcanzó un nuevo hito en su rol como potencia energética regional al registrar en mayo un volumen récord de exportaciones de gas natural hacia México. Según datos del gobierno estadounidense, el país vecino importó 6.800 millones de pies cúbicos diarios, el mayor nivel mensual registrado desde que se lleva el registro.
Este crecimiento se da en un contexto de reducción de las importaciones mexicanas de combustibles refinados, como gasolina y diésel, lo que evidencia un cambio en la matriz de consumo energético del país y, al mismo tiempo, una mayor dependencia del gas natural estadounidense para sostener su industria, generación eléctrica y consumo residencial.
Con este nuevo récord, Estados Unidos reafirma su papel como actor central en la seguridad energética de México, algo que se viene consolidando desde hace más de una década, pero que ahora adquiere una nueva dimensión por volumen, contexto y estrategia.
El gas natural que cruza la frontera entre ambos países proviene principalmente de la Cuenca Pérmica, una de las zonas de extracción más productivas de Estados Unidos y se transporta por una vasta red de gasoductos que conecta Texas con el norte y centro de México. Esta infraestructura ha sido clave para sustituir combustibles más costosos y contaminantes en las centrales de generación eléctrica mexicanas.
La tendencia: menos gasolina, más gas
En contraste con el alza en las compras de gas natural, México redujo en mayo un 10% sus importaciones de combustibles refinados desde Estados Unidos, alcanzando el menor nivel en lo que va del año. El descenso responde a varios factores: un mayor procesamiento interno por parte de Pemex, cambios en la demanda y ajustes de mercado.
Sin embargo, mientras México busca mayor autosuficiencia en gasolina, su dependencia del gas estadounidense no solo permanece, sino que se intensifica. Hoy, cerca del 70% del gas que consume México proviene de tierras estadounidenses, lo que convierte a Washington en un socio energético estratégico, pero también en una fuente potencial de vulnerabilidad ante cualquier interrupción o cambio en las condiciones comerciales.
El dominio estadounidense en el suministro de gas natural impacta en el plano energético y también en el político. Las relaciones entre ambos países en esta materia han sido estables, pero están sujetas a tensiones comerciales, regulaciones ambientales y decisiones sobre infraestructura.
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