Soltar o retener: la encrucijada silenciosa del liderazgo

Natalia Gill

Soltar, cuando se hace con conciencia, es confiar en los ciclos, en que el vínculo cumplió su etapa y en que el sistema puede regenerarse.

Hay decisiones que no se toman en una sala de reuniones ni se reflejan en un Excel. Son silenciosas, íntimas, a veces incómodas. Una de ellas es saber cuándo soltar… y cuándo luchar por retener.

¿Retener que o a quién? A un colaborador valioso que quiere irse. A un proyecto que ya no entusiasma. A una estructura que funcionó, pero hoy aprieta más que contiene.

En un mundo laboral donde todo se transforma, el liderazgo se juega cada vez más en este fino equilibrio: saber leer el momento. Porque soltar no es rendirse, y retener no siempre es sostener.

Soltar, cuando se hace con conciencia, es confiar en los ciclos, en que el vínculo cumplió su etapa y en que el sistema puede regenerarse. Es un acto de madurez que requiere soltar el ego, la costumbre y el miedo a lo desconocido.

Pero también hay veces en las que vale la pena luchar. Porque detrás de una renuncia puede haber un pedido de ser visto. Detrás de la desmotivación, una necesidad de conexión. Luchar por retener no es forzar; es abrir diálogo, revisar si lo que duele puede transformarse en algo nuevo.

¿Cómo saber qué camino tomar?, no hay fórmulas universales, pero sí señales que pueden orientar la decisión:

El nivel de consciencia de la otra parte: Si la persona tiene claro su proceso, sus motivos y su deseo, forzar la permanencia puede ser contraproducente. En cambio, si hay dudas o confusión, un buen acompañamiento puede marcar la diferencia

La calidad del vínculo: Si hay confianza, transparencia y respeto mutuo, se puede explorar la posibilidad de transformar para que esto siga siendo valioso para ambos

El impacto en el sistema: A veces soltar a tiempo permite nuevas posibilidades y que la organización se adapte. En otros casos, perder sin explorar alternativas puede generar un vacío difícil de cubrir

La mirada de largo plazo: Retener por necesidad momentánea puede tener sentido. Pero, debemos evaluar si al hacerlo limitamos una evolución natural que podría traernos mejoras a futuro

El verdadero desafío del liderazgo no es elegir entre blanco o negro, sino tener la sensibilidad de distinguir los grises. Saber cuándo dejar ir con gratitud y cuándo insistir con sentido.