La cláusula Sunset del acuerdo comercial entre México, Canadá y Estados Unidos (T-MEC), que entró en vigor hoy hace cinco años, marca julio del 2026 como ese momento de decisión de extensión, o no, por otros 16 años más.
Si las partes no lograran ponerse de acuerdo para su extensión, entonces a partir de julio del 2026 correrían revisiones anuales durante 10 años hasta su extinción en julio del 2036.
El mundo entero padece a un Trump que con todo el poder que concentra impone sus propias condiciones comerciales, sin escuchar razones y claramente sin importarle las consecuencias.
Muchas de las políticas arancelarias impuestas por Estados Unidos a sus dos socios de América del Norte son claramente violatorias del pacto, como los impuestos al acero y al aluminio, y en todo caso el T-MEC ha servido como un paliativo al impacto de esos gravámenes.
Hay un acuerdo vigente que, cuando las leyes valían, tenía sus tiempos y procedimientos.
Dice la ley de implementación del T-MEC en Estados Unidos que la Oficina del Representante Comercial de aquel país (USTR) debe publicar un aviso de inicio de consultas públicas 270 días antes de la fecha de revisión, lo que resulta en octubre próximo como ese momento pactado.
En el contexto de la próxima revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), legisladores federales, senadores, académicos y especialistas participaron en el segundo foro nacional “El T-MEC en la encrucijada: neoproteccionismo estadounidense, nearshoring y el Plan México”, organizado en la Cámara de Diputados.
Durante el foro, el diputado Miguel Ángel Salim Alle (PAN), presidente de la Comisión de Economía en San Lázaro, señaló que México enfrenta una doble disyuntiva. Por un lado, el resurgimiento del neoproteccionismo en Estados Unidos representa un riesgo para las exportaciones nacionales debido a nuevas barreras arancelarias, subsidios selectivos y condiciones de acceso más rígidas.
Por otro lado, el fenómeno del nearshoring (la estrategia por medio de la cual una empresa reubica sus procesos comerciales o productivos en países que se encuentran más cercanos a su principal mercado y que le generan costos más bajos) abre una posibilidad de crecimiento económico por la cercanía con el principal mercado mundial y la existencia del propio tratado comercial.
El legislador destacó que el gobierno mexicano debe garantizar condiciones internas como seguridad pública, infraestructura moderna, abasto de energía y agua, certeza jurídica y una política industrial fuerte para aprovechar las oportunidades del nearshoring. También planteó la necesidad de debatir el impacto del neoproteccionismo en sectores clave como el automotriz y agroindustrial, así como el papel de las pequeñas y medianas empresas en las cadenas de valor y las cláusulas laborales y ambientales del T-MEC.