El próximo gobierno de México, que será elegido el 2 de junio, deberá enfrentar desafíos significativos en cuanto a la calificación crediticia soberana del país. Fitch Ratings ha señalado tres riesgos principales, entre los cuales destaca la posibilidad de mayores déficits fiscales que podrían conducir a un incremento de la deuda pública.
En el último año de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, se espera que el déficit fiscal aumente a un 5.9% del Producto Interno Bruto (PIB), medido por los Requerimientos Financieros del Sector Público. Este aumento se debe a los esfuerzos del gobierno por concluir importantes proyectos de infraestructura. Durante sus primeros cinco años en el cargo, López Obrador mantuvo las finanzas públicas de México relativamente ordenadas mediante políticas de austeridad, incluso durante los picos de la pandemia. Sin embargo, el déficit estimado para 2024 representa un incremento respecto al 4.3% del PIB registrado en 2023 y 2022.
Carlos Morales añadió que este déficit elevado es un paso en la dirección equivocada y podría conllevar riesgos a largo plazo. En caso de que esta tendencia continúe en los próximos años, durante la próxima administración, definitivamente sería un crédito negativo.
No obstante, Morales señaló que espera que los mayores déficits fiscales sean transitorios a medida que los proyectos de infraestructura emblemáticos de López Obrador lleguen a su fin. Además, identificó otros dos riesgos principales que podrían afectar negativamente la calificación crediticia: políticas que perjudiquen el crecimiento económico de México y un posible deterioro de la gobernabilidad y el Estado de derecho.
Por otro lado, si el crecimiento económico se mantiene robusto, los déficits fiscales se reducen y se mejora la gobernanza y el Estado de derecho, esto tendría un impacto positivo en la calificación crediticia. El próximo presidente de México también deberá abordar la situación de Petróleos Mexicanos (Pemex), una empresa que ha representado una carga financiera significativa para las finanzas públicas. Aunque la deuda de Pemex se ha estabilizado, ha sido a costa de las cuentas fiscales del gobierno federal. Fitch espera que el apoyo del gobierno a Pemex continúe independientemente de quién gane las elecciones.
En diciembre, Fitch afirmó la calificación soberana de México en “BBB-”, con un panorama “estable”.